domingo, 31 de marzo de 2013

Feliz Pascua de Resurrección



Detalle del Juicio Final (Capilla Sixtina)
Miguel Ángel Buonarroti

Has resucitado por encima de los muertos,
y seguro que se han enamorado 
de tanta Luz los que no viven.
Los sacaste para siempre de sus muertes,
despertaste los silencios ya sellados.
Clavaste de futuro nuestros templos,
fundaste "vuestro" Reino para siempre.

***

Y sin embargo,
entre tanto don que nos has dado,
No veo ni la sombra de vuestros Rostros.
Como Moises, no he visto más que la espalda 
de los tres Nombres Sagrados.
Lo que no eres, Señor,
lo que yo peco,
lo que yo odio,
lo que Tú nunca eres, Señor.

***

Y quemaste nuestros campos de malicias,
los sembraste de nuevo con las malvas
grabadas con tus nombres revelados.
Desde hoy comemos pétalos de rosas,
nos bañamos con tus aguas limpias,
y amamos a los hombres y mujeres que queremos.

¡Somos libres, Señor!

***

¡Pero yo no lo veo!
Veo la destrucción de tu tierra ya salvada.
Como queman con la diplomacia tus honores,
como las chicas me rechazan como a un tonto,
como yo, el supremo ignorante de las cosas sagradas,
me desespero por un grano de arena malformado.

***

Y destruiste los males de su rostro,
los cuernos los cortaste con tus llagas,
sometiste a los demonios al Infierno,
heriste las miserias hacia el siempre.


***

¡Pero yo no lo veo, Señor!
¡Pero yo no lo veo, Señor!

sábado, 30 de marzo de 2013

Quedaba poca harina pero no les faltó pan

El Santo Cura de Ars

Quedaba poca harina para dar pan a todas las huérfanas. Las hermanas estaban como locas, de un lado para otro. ¿Qué haremos?, se decían para sí. La casa “La Providencia”, nacida para las pobres mujeres desamparadas de Ars y los alrededores, ya no podía dispensar esa labor de caridad tan básica: “Dar de comer al hambriento”. Las monjas no sabían que hacer. En la cocina parecía decidirse el destino de todos los siglos. “¡Iremos a preguntarle que hacer a don Juan!”, gritó una novicia.

Don Juan era muy querido en ese pueblo y en toda Francia. Era curioso porque, sin ser un hombre especialmente letrado, su vida de dedicación y de oración en un pueblo de pecadores como era Ars había cautivado a toda la sociedad francesa. Nadie quedaba indiferente ante sus catequesis, ante sus confesiones, ante sus 4 horas de sueño diarias. Nadie sabría, mejor que él, resolver el problema que tenían entre manos. Él había fundado aquella casa. Él sabrá que hacer, pensó la novicia.

Y llegó. Era muy delgado. Sus pómulos, hundidos hasta los huesos, estaban dibujados de la sonrisa con la que se sonríen todas las cosas bellas. Las miró y dijo: “Amasad los panes que podáis con la harina que tenéis y ya veremos lo que hacemos”. Ellas se quedaron calladas y algo decepcionadas. Querían algo más que esa simple respuesta.

Pero se pusieron a ello. Amasaron y amasaron y... ¡amasaron! La poca harina que quedaba daba de sí, de ella sacaban un pan y otro y ¡otro! ¡Era un milagro! ¡10 grandes panes de 20 libras cada uno! Se reían sorprendidas. ¡Un milagro! “¡Avisad a don Juan!”, gritaron. Él vino corriendo, se paró, miró con esa mirada profunda de párroco durante algunos segundos a las hermanas... y dijo: “El buen Dios es muy bueno. Cuida de sus pobres”

viernes, 29 de marzo de 2013

Apostillar para creer

La Santísima Trinidad
Andrei Rubliev

¿Quién es Dios? Y no me vengas a recitarme el Credo ni a enumerarme cuatro hechos. ¿Por qué te fías del Evangelio? ¿Por su autor o por su Auctor? Pero ¿quién es Dios? ¿quién es ese al que le rezas todos los días, al que le pides que la vida te vaya bien, que tu novio o novia te quiera, que tus hijos sean buenos?

Si alguien tiene la Respuesta que me la diga. A esa persona le daré todos mis bienes (que son pocos), le daré mi vida si quiere. Porque hablamos mucho de Cristo, del Padre y del Espíritu Santo y nadie sabe quién es ese que se clavó en el madero por nosotros.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Un secreto



Kandinski y la Armonía del Silencio

¿Te cuento un secreto?
¡Pero prométeme
que no lo contarás
ni a nadie!
¡Qué es muy importante
y si lo saben
podrían reírse de mí!
Aunque la verdad...
¡me importa un comino!

¿Te lo cuento?
Es que es muy fuerte...
No se si decírtelo.
Tiene que ver contigo.

Mejor...
...me callo.
Ya te lo contaré otro día.
Así me guardo el suspense,
que si no te aburres conmigo,
que seguro que crees luego
que no tengo nada interesante
que contarte.


viernes, 22 de marzo de 2013

A la espera

Alegoría de la esperanza
Brüssel Tapisserie
Me espera el viaje por la noche
con los recuerdos de un amor
en las manos escapado.

Me espera el viaje hacia mi casa,
la de todas las cosas mías,
la de todos mis recuerdos 
de niño y hermano e hijo.

Me espera alejarme de la chica
de los sueños no gestados 
todavía.

Me esperas tú, y él, y Él,
y todos los demás junto a la silla.

Me esperan los milenios
ya muertos y venidos.

Me espera la Gran Noche,
y las 3 de la tarde en los eternos.

jueves, 21 de marzo de 2013

No eres el tema del poema



Éxtasis de Santa Teresa
Bernini
No te conozco demasiado
y ya estoy harto de vivir sin tí
Y vivo sin vivir en tí
y no muero porque si no
mi madre me mata. 

Aún así, 
me duelen tus parpados
tus rubios y tus dedos,
porque no los he tocado
y no los he besado.

Y vivo sin vivir en mí,
porque no te veo
con los ojos que Dios te mira,
con los párpados que hieren
la existencia de tu aliento.

Y vivo sin vivir en tí,
ni en mí, ni en Él,
porque los silencios
(prolongados al compás de tu rostro pequeño)
no suenan de milenios.

martes, 12 de marzo de 2013

Bendita la bebida que alegra el corazón del hombre (Sal 104, 15)



El alcohol hay que disfrutarlo. Una copa de vino, una cerveza o un Gin-Tonic puede contribuir a la mejora de nuestra vida, a alegrarnos el corazón. Sin embargo, parece que este bien no importa, pues cierta moral nos dice que el alcohol es malo. La experiencia parece decirnos que lo digno de elogio es el estar enteramente sobrio. Nos bombardean en los telediarios con que el alcohol es una bebida malvada. En Inglaterra, las tasas sobre el alcohol se llaman las “tasas sobre el pecado”. Y nosotros, que se supone que somos más liberales, lo pensamos así también. Hemos sido educados en la moralidad más rígida posible. El puritanismo laico, en su necesidad de inventar pecados sociales, ha demonizado el alcohol. Eso ha influido mucho en nuestra generación y, sobre todo, en aquellos que vivimos en ambientes cristianos.

Parece que no es así en ciertos ambientes como la Universidad de Navarra, porque sus estudiantes van a emborracharse cuando salen de fiesta los fines de semana. Los “buenos chicos” de la universidad piensan que la sobriedad es aburrida y, además, piensan que beber bien es tomarse una “copita de vino”. Desconocen el don de la ebriedad del que hablaba Claudio Rodríguez, y desde luego no han leído ni una página de Chesterton. Cuando empiezan a beber un poco más de la cuenta y se notan flotar sobre la pista de baile de Marengo, se sienten fracasados. Beben porque la vida no da para mucho más. “Somos malos, somos pecadores, no podemos cumplir lo perfecto de nuestras asfixiantes normas morales”. El alcohol, que es lo más sano del mundo, en sus borracheras voluntarias se ha convertido en el pozo de muchos jóvenes.

Creo que el botellón tiene mucho de eso: de perfeccionismo moral. Si para tí portarse bien solo es posible en casa, al lado de mamá, junto a tu esposa o novia, bebiendo Coca-Cola Light, cuando toca divertirse no sabes hacerlo. El bien parece aburrido y doloroso. Además, nos creemos que cualquier mal nos hace malvados por entero y, si eso es así, ¿qué nos impide tirar nuestra vida por la borda, si lo único que nos interesa, a muchos de los jóvenes de hoy, es ser personas impecables? Así, el botellón es una especie de contra-terapia de grupo, una especie de huida de la moral que nos asfixia. El alcohol es malo, pero como mi vida es una mierda, me emborracho. ¡Cómo si salir de fiesta fuera malo y beber vino fuera aún peor?

¿Imagináis a los monjes medievales, que preparaban los jugosos licores y bebidas alcohólicas que hoy disfrutamos, como pervertidos traficantes del vicio? El alcohol, en la mayoría de sus modalidades, está para disfrutarlo, para que a veces nos pasemos de la raya. Los medievales ya lo decían: hay que beber “usque ad hilaritatem” (hasta la hilaridad). Es cierto que mejor no llegar al punto del “usque ad cogorcitatem”, es decir, “hasta revolcarse por el suelo sobre un charco de vino” pero, si pasa, ¡no hay que desesperarse! ¿Vamos a vivir resentidos por una cogorza escandalosa?

Beber despreocupadamente es uno de los grandes retos que tiene la juventud moderna: beber sin pensar que su vida no tiene sentido, beber sin ocultar sus inseguridades en una discoteca, beber sin silencios interiores que les abrase. Beber, sobre todo, al estilo de las tabernas británicas: bailando, brindando y cantando.

Muchos, después de leer esto, dirán que soy un progresista o un liberal. Espero que no sea así, pues mantengo todo esto desde la doctrina cristiana. Más bien, si acaso, seré un hereje.