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Ginkgo Biloba es el nombre de la única especie árborea que sobrevivió a la catástrofe de los dinosaurios. |
Nada más que un grupo de
estudiantes comprometidos en sacar el máximo partido a la enseñanza
universitaria. El cómo hacerlo es difícil en una institución (no me refiero a ninguna en concreto) que ha relegado la Sabiduría al ámbito de lo
accesorio y que se ha unido al mundo moderno en su adoración por la
técnica y la ciencia como motores del progreso social. Estos
estudiantes, que no son muchos y que conviven en un ambiente hostil,
intentan formarse en un humanismo nuevo, que tenga en cuenta al
hombre como centro de la vida. El triunfo, el dinero, las
expectativas ideológicas... son cosa secundaria. Estos jóvenes
pretenden una nueva mirada al mundo, al hombre, al prójimo. Su
mirada es intelectual, pero no busca solamente profundizar en el
ámbito teórico, que es fundamental, sino que también posee una
gran responsabilidad social en su corazón por medio de una llamada
a servir a sus compañeros para que entren en el mundo concreto con
un renovado optimismo.
Estos jóvenes comparten
algunos intereses en común. En particular, muchos de ellos estudian
Filosofía, Derecho o Historia, lo que les identifica como alumnos de
la rama humanística del saber. Ya de suyo, viven al margen de la
técnica, buscan la buena vida, el saber sobre cuestiones importantes
de la existencia del hombre en este mundo. Cuando Sócrates o Platón
empezaron su filosofar, buscaban eso, encontrar la verdadera
felicidad del ser humano. Sobre todo porque, al ser perspicaces, se
dieron cuenta que las satisfacciones particulares tales como comer
todos los días, tener un hogar en donde descansar, ganar dinero o
tener éxito no eran suficientes para sentirse plenos. La vida del
hombre es compleja y la búsqueda de su bien supremo es también difícil, no es evidente de manera tan sencilla.
Así, estos jóvenes
buscan en primer lugar la felicidad para su propia vida, la esperanza
en un mundo con mayores promesas que las que ofrece la técnica; en
segundo lugar transmitir esa esperanza a sus compañeros, pues una
vida verdaderamente humana es un bien que habría de ser disfrutado
por todos; y en tercer lugar, ayudar a la sociedad en su conjunto, en
la manera de lo posible, para que los pueblos encuentren un
desarrollo verdaderamente humano. Las maneras son múltiples. Algunos
se interesarán más por la Antropología, otros por el Derecho,
otros por la Metafísica o por la Economía, pero en cualquier caso,
conspiran entre ellos para un mundo mejor. Conspiraciones así si que
cambian el mundo.