
El voto no es el único modo de actuar
en sociedad. El trabajar honradamente, el ser un buen cumplidor de la ley,
comportarse como una persona solidaria...son formas de participar en el trabajo
nacional sin necesidad de votar. El votar, tal y como está configurada la vida
democrática de nuestras sociedades, puede convertirse en algo superficial. La
gente, a veces, vota por opciones emocionales de modo exclusivo. El votar podría
dejar de ser un método efectivo de trabajar por un futuro mejor.
Muchas veces nos encontramos ante la
queja de los demócratas por acusar a los que se abstienen de falta de
compromiso. Un padre de familia que no va a votar por desinterés pero que
cumple con su deber no es un mal ciudadano ¿O alguien se atrevería a decirlo?
¿El voto es equiparable a la responsabilidad ciudadana de cuidar de los propios
hijos? Hay un peligro en esta democracia mediática: que se sobrevalore la
soberanía nacional y se infravalore el trabajo de casa, de ayuntamiento, de
vecindad. Se puede votar en conciencia y no ser un buen ciudadano. Pero la
ciudadanía, según algunos demócratas, es votar por opciones políticas y tomar
partido. Lo más humano es ser buen ciudadano con sus amigos, buen ciudadano con
su ayuntamiento, con su trabajo... Ser un hombre de bien no depende de acudir
al colegio electoral, sobre todo porque ser un buen hombre no depende únicamente
de ser un buen humano de la civilización.