La mano de Dios Auguste René Rodin |
Un diamante, si es diamante,
antes de serlo no puede parecerlo.
Un diamante, como tú,
no es diamante primero,
pues las cosas que empiezan bellas
terminan al horror de la vejez.
Un diamante, como tú,
es carbón por fuera,
negro y de tierra,
regalo roto de los reyes.
Ni carbón dulce,
ni carbón de barbacoa.
Carbón oculto los milenios.
Un diamante, como tú,
es primero oculto,
engendro de la tierra.
Un diamante
no es diamante primero,
es el bostezo del tiempo
del siglo a siglo, del año a año,
del todo a su justo momento.
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