¿Creéis en Dios? Escuchadle. Está en
los arroyos de excrementos en las ciudades, en los bajos fondos,
donde los niños comercian con la droga de sus padres, en la mente de
los locos, de los depresivos, de los ansiosos y los enfermos. Allí
está Dios. Hay quienes piensan que esta es la demostración por la
cual Dios no existe. Esos son los que no han mirado cara a cara al
dolor. Les ha apuñalado, les ha arrebatado un ser querido... pero no
lo han mirado cara a cara. Cuando miras al dolor cara a cara, al Mal,
ves en sus pupilas, en el fondo negro sobre fondo negro un pequeño
resplandor. No es físico. No soy tonto. Se que el dolor no tiene un
rostro material. Me refiero a esos ojos que se muestran cuando la
carga del dolor es tan insoportable que queda solo la muerte o un
milagro. Pocos a pasado por ahí. Cuando te encuentras con ese rostro
de mala muerte, con Satanás en persona, con tu propia miseria y los
gusanos comiéndote el estómago y la cabeza... solo ahí puedes ver
el resplandor del que te hablo. Yo lo vi una vez. La pupila era
negra, negra, negra. Es negra todavía a ratos. Pero había un
resplandor. Ese brillo refulgente era Dios. Y no magia. Y no un
milagro. Mi milagro. Dios en la mierda de los hombres, la última
salida antes de caer por una autopista que no está terminada.
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