lunes, 16 de junio de 2014

Proemas

Lo mío es la noche. No las discotecas. No la farra y las drogas. Eso no. Lo mío es la noche cuando está en silencio y no hay coches en la calle. No la noche del campo, cuando las praderas y el bosque despiertan en sueños. Lo mío es la noche de los barrios residenciales. No la noche de los prostíbulos. A mi me gustan las borracheras solitarias, cuando te llevas el vaso de whisky a la boca y sientes el hielo en los labios y te fumas un “piti”. A mi me gusta mirar por el balcón cuando la calle está vacía. Me gustan los semáforos inútiles de la madrugada. Me gustan los recuerdos oscuros, el fracaso de un tiempo pasado, me gustan las conversaciones dramáticas, me gustan las peleas nocturnas, las broncas purísimas, que tienen violencia elegante. Me gusta el beso cuando estoy en las nubes del whisky. No antes. Me gusta el tú a tú. Me gusta perderme en la tierra, obviar las estrellas.

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