Lo mío es la noche. No las discotecas. No la farra y las
drogas. Eso no. Lo mío es la noche cuando está en silencio y no hay coches en
la calle. No la noche del campo, cuando las praderas y el bosque despiertan en
sueños. Lo mío es la noche de los barrios residenciales. No la noche de los
prostíbulos. A mi me gustan las borracheras solitarias, cuando te llevas el
vaso de whisky a la boca y sientes el hielo en los labios y te fumas un “piti”. A mi me gusta mirar por el
balcón cuando la calle está vacía. Me gustan los semáforos inútiles de la
madrugada. Me gustan los recuerdos oscuros, el fracaso de un tiempo pasado, me
gustan las conversaciones dramáticas, me gustan las peleas nocturnas, las
broncas purísimas, que tienen violencia elegante. Me gusta el beso cuando estoy
en las nubes del whisky. No antes. Me gusta el tú a tú. Me gusta perderme en la
tierra, obviar las estrellas.
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